viernes, octubre 28, 2005

vampirismo


Se ha dado el nombre de upiers oupires, y más generalmente de vampiros en Occidente, de bruculaques (vroucolacas) en Moreé, y de katahanés en Ceilán, a los hombres muertos y enterrados que después de muchos años, o al menos después de muchos días, volvían en cuerpo y alma, hablaban, caminaban, infestaban las aldeas, maltrataban a hombres y a los animales, y sobre todo, chupaban la sangre de sus prójimos, los agotaban y les producían la muerte {esta es la definición que da el R.P. Calmet}. No era posible librarse de sus visitas peligrosas y de sus infestaciones mas que cuando se les exhumaba, se les empalaba, se les cortaba la cabeza, se les arrancaba el corazón o se les quemaba. Los que morían chupados se transformaban habitualmente en vampiros a su vez. Los diarios públicos de Francia y de Holanda hablan, en 1693 y 1694, de vampiros que aparecían en Polonia, y sobre todo en Rusia. Se ve en el Mercure Galant de esos años que era una opinión muy común en los pueblos que los vampiros aparecían después del mediodía y hasta la medianoche; que chupaban la sangre de los hombres y de los animales vivos con tanta avidez que a menudo esa sangre les salía por la boca, por las narices, y por las orejas, y algunas veces, lo que es aún más duro, sus cadáveres nadaban en la sangre en el fondo de sus ataúdes. Se decía que estos vampiros, como tenían continuamente gran apetito, comían también la ropa que se encontraba alrededor de ellos. Se agrega que, saliendo de sus tumbas, se iban en la noche a abrazar violentamente a sus parientes o a sus amigos, y que chupaban la sangre apretándoles la garganta, para impedirles que gritaran. Los que eran chupados se debilitaban de tal modo que morían casi de inmediato. Las persecuciones no se dirigían a una persona solamente: se extendían también de un vampiro hasta el último de la familia o de la aldea, a menos que se interrumpiera el curso cortando la cabeza o perforando el corazón de un vampiro, cuando se encontraba el cadáver blando, flexible, pero fresco, aunque muerto hacía mucho tiempo. Como salía de sus cuerpos una gran cantidad de sangre, algunos la mezclaban con harina para hacer pan: ellos pretendían que comiendo ese pan se podían proteger de atentados del vampiro.

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